Heroina

Antonio M. Galiano Bellón · Jaén 

No existía otra solución que conseguir su incapacitación, me comentó el Letrado. De no ser así, dilapidará su parte de herencia, quedando en total desamparo, añadió. Siempre había admirado a mi hermano. Su espíritu ecléctico, del que presumía, le había llevado a conseguir una vasta formación, pero también a aventurarse en experiencias que habían condicionado su vida y la de mis padres. Y como solo me tenía a mí, el Fiscal no tuvo que invocar el orden de prelación establecido en el Código Civil, proponiéndome para desempeñar la tutela. Llegado el día, a pesar de haber sido notificado, no asistió a la vista, resolviendo in voce el Juzgador que yo era el idóneo para el cargo. Por desgracia, mi primera y ultima actuación fue asistir al levantamiento de su cadáver, del que instantes antes la Policía Judicial había retirado la aguja que colgaba de su brazo.

 

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