CUESTIÓN DE CONFIANZA

Eva María Cardona Guasch · Ibiza 

Llegó puntual a la cita. Le examiné fugazmente: porte seguro, mirada escrutadora. Parecía el sheriff de una película de vaqueros, de esos que imponen orden y son implacables con la desobediencia. Me advirtió que acudía al bufete atraído por mi fama profesional. Así trató de imponerme una presión que, sinceramente, no me pesó en absoluto. El asunto versaba sobre el impago de alimentos. No es que sea brujo ni adivino pero al instante supe que nuestra incipiente relación profesional llegaría pronto a su fin. Fiel a mi costumbre, le formulé un montón de preguntas: sus ingresos, deudas, bienes a su nombre, gastos de los hijos… Luego, meticuloso como siempre, le requerí documentación que justificara sus escuetas respuestas. -¿Acaso no se fía de mi?- me espetó notablemente airado. Entonces decidí que no le representaría: él confiaba en mi reputación pero no se fiaba de mi.

 

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