Ilustración: Juan Hervás


Consejos de un maestro

María Luisa Serna Soler · Elche 

Aún recuerdo aquellas palabras de don Cristóbal Sanmiguel el primer día de mi pasantía: “Muchacho, te enseñaré los cinco pilares sobre los que descansa nuestra profesión. Uno (mostró su dedo pulgar), dedicación, sólo el estudio te permitirá esgrimir argumentos convincentes, la improvisación te sumirá en un mar de dudas y te empujará al desistimiento; dos (dedo índice), diligencia, nada de trajines, los papeles han de dormir en el juzgado, no en el bufete; tres (corazón), distanciamiento, trabaja duro, pero no olvides que es el cliente quien gana o pierde; y cuatro (anular), ojo con el cliente, puede comprometer el asunto más que el abogado contrario”. Se marchaba ya cuando, en mi candidez, llamé su atención. “Don Cristóbal, dijo usted cinco pilares y he contado cuatro”. Sonrió pícaro mostrándome su dedo meñique. “Tienes razón; el quinto, puede que el más importante: los cafés los paga el procurador”.

 

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