CONFLICTO
Francisco Sánchez Egea · LORCA (MURCIA)La remolacha sangraba y Alfred imaginó, como tantas veces, los cuerpos atados sobre un charco rojo. Abatido y con falta de sueño, se sinceraba con su confidente, psicóloga las más de las veces y madre de sus hijos. “Ni tengo cartas para hacerlo, ni quiero jugar esta partida. En fin, ese tipo ha reconocido haber matado a la familia sin pestañear. Su voz no tembló una sola vez en la hora y media de declaración. Siento la necesidad de pedir disculpas cuando me cruzo con un vecino del pueblo al que tanto tiempo tuvo con todas las luces encendidas en plena noche. Entré al turno de oficio a falta de algo mejor y mírame, buscando expertos y psiquiatras que puedan alegar que está loco. En última instancia, con suerte, conseguiré que no le ahorquen. Ni siquiera estoy seguro de que no lo merezca. Pero debo intentarlo”.