Cliente de cordura y altura

José Antonio Ruiz Conde · Sanlúcar de Barrameda. Cádiz 

Cumpliendo fiscales obligaciones trimestrales, como todo profesional, oí por la ventana: “Soo, bravo Rocinante”. Será el calor, pensé. Pero dijo: -¡Abrid puertas deste vuestro palacio!, que buena fama de vuestras artes en leyes atraviesa la península. Que por vizcaínos vengo recomendado, y aquí he venido, a las playas de Sanlúcar, tierra del buen noble que otrora me armara caballero. ¡Mas no a comer bogavantes, sino a exigiros audiencia!. Sorprendido, escuché: -Encomendaros dar legal forma escrita dela ínsula que por liberalidad dejaré a mi escudero, próximo gobernador della. Ese es vuestro donoso fin conmigo, y hágase tal cosa con altas autoridades que tocaren, llámense sargento, alcalde o escribano. Que es sabido que no existe caballero bien llamado tal, si no tuviere fiel escudero; no como los ahora mal llamados azafatos en pájaros de hierro, donde van tantos pasajeros como de maleantes cuenta he dado sobre mi rocín. Pase vuestra merced, respondí.

 

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