Aranjuez (Madrid)

Sagrario Loinaz Huarte · LA NOTA 

Mientras su marido pintaba la puerta del jardín, ella se miraba en el espejo como si fuera un bebe o un orador ensayando cada gesto y movimiento. Había conseguido la persecución de su meta: ser abogada. Sin embargo no se conformaba con ello; quería ser la mejor y tenía que demostrarlo en público. Estaba muy bien documentada sobre normativas, artículos y leyes sobre« Lucro cesante´´. El caso estaba ganado. Por la mañana, al cerrar la puerta del jardín, una araña juguetona corría a sus anchas por su cara. Tras varios intentos fallidos la apartó de su rostro y se dirigió al juzgado andando. Al entrar en la sala, sintió una lluvia de miradas y, como un trueno, las carcajadas rompieron el silencio del recinto. Un compañero le dijo: ¿Te has visto la cara? Sacó un pequeño espejo del maletín. ¡Tenía la cara llena de pintura verde!

 

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