JUSTICIA POÉTICA
Nicolás Montiel PuertaCon la urna depositada sobre el tronco caído de la palmera, Evaristo efectuó el análisis de la situación: no había esperanza. Su mensaje no había calado entre sus compañeros letrados. Su competencia para comunicar su condición de imprescindible había fracasado. Qué podía hacer contra socios fundadores, asociados sénior, y demás togas ilustres. Siempre se había considerado a sí mismo como un náufrago en los pasillos de los juzgados, un pistolero solitario que cabalgaba a lomos de su agudeza jurídica. Y había llegado el momento de pagar el precio. El recuento de votos fue un paripé; por 16 votos a favor y 1 en contra, el suyo, los miembros supervivientes de MMMM Abogados decidieron que no había sitio para Evaristo en la balsa.
Diez minutos después, remando con sus maletines, los vio alejarse desde la playa, y sonrió cuando, por encima de la lámina de agua, aparecieron varias aletas de tiburón.
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Como siempre, muy bueno! Apunta mi voto a favor (para dejar la balsa y esperar un barco, jaja)
Muchas gracias, Eva. A mí el tuyo me ha encantado (siempre me ha gustado la distorsión de la realidad con fines artísticos), y por eso ha sido el primero que he votado. Mucha suerte
No sé si poética, pero narrativa tiene para dar y tomar tu historia.
Como diría mi abuela, que Dios los pille confesados.
Mucha suerte (para ellos, tú no la necesitas).
Muchas gracias, Margarita. Eres muy amable. Por desgracia, creo que hay más tiburones en las calles que en el mar. Un abrazo
Al final, cada uno dicen que recibe lo que se merece. En tu relato parece que se cumple.
Buen relato. Te deseo mucha suerte. Te dejo mi voto.
Besos.
Jajaja, otro de los tuyos.
Me encantaría haber visto sus caras.
Un abrazo gigantesco.
Muchas gracias, Towanda. A lo peor todos los tiburones se hicieron amigos, quién sabe. Otro abrazo para ti.