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Maite R. Valtierra 

Cuando le robaron a Coca-Cola- la multinacional más poderosa del mundo- la fórmula de su popular refresco rebuscó entre la pandemia de picapleitos que infectaba el planeta, pero no encontró el abogado que buscaba. Quería un orador elocuente para que le diera un buen meneo al abogado contrario y solventar la reclamación por la vía del KO; pero esa persona había muerto hacía 2.100 años. Debajo de una pradera del Lacio desenterraron los huesos de Cicerón, el más célebre retórico romano. A través de los restos de ADN consiguieron clonar al famoso orador y mediante técnicas de desarrollo acelerado estuvo listo para el día del juicio. En su turno se levantó luciendo su toga de senador, se acercó al jurado y exclamó: «Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?». Miró desafiante al letrado contrario, volvió a su estrado y se sentó satisfecho. El veredicto fue indefectiblemente a favor de Coca-Cola.

 

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