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Miguel Ángel Moreno Cañizares 

Convencido de que el acusado no era trigo limpio, sino un sujeto indeseable, el fiscal se afanó en ligar las pruebas que tumbaran la defensa. Durante semanas movilizó a medio departamento para recopilar documentos, bucear en los archivos policiales, investigar en las hemerotecas… Un plan genérico que contó con el asentimiento tácito del presidente del tribunal. Las vinculaciones mafiosas aparecieron como setas. Alertado de ello, en última instancia el abogado defensor presentó una propuesta de acuerdo que permitiera a su cliente rebajar la condena. A cambio de colaborar, pretendía la renuncia a la petición de 25 años. Reunidos la noche antes del inicio del juicio, las dos partes sellaron el pacto. El fiscal, que veía al padrino por fin entre rejas, lo celebró con un brandy. “Corten”, gritó el director. “Mañana rodaremos la escena de la redada, por favor sean puntuales”, concluyó.

 

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