Enajenación verbal

Carlos Calvé Gómez 

“… y estaba yo, su majestuosa señoría, sacando a mi perro, más contento que unas triquiñuelas, cuando recibí la noticia, por una llamada de mi señora, del yacimiento de nuestro decimotercer hijo. Entonces se me vinieron al cerebelo aquellas sabias palabras de Veredicto XVI sobre eso de que la familia es lo primero y no me lo pensé dos veces: le dije a mi perro que se volviese a casa y me metí en el metro. Era la primera vez que entraba, sabe usted, y aquello me pareció un laberinto, me entraron los calores, y los agobios, y me saqué de los nervios, y ya veía yo que no iba a llegar… Y es por eso que tuve que robar el coche, señoría, no porque yo sea malo ni ná.” El juez se quedó pensativo, y tras una pausa, frunciendo el sueño, llegó a la conclusión… ¡Enajenación verbal!

 

 

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