Posesión

Marta Franco Alejos · Villamiel de Toledo Toledo 

Mario apagó el cigarrillo y se despidió del que fue su despacho, durante diez años.Llegó a aquel pueblecito, rodeado de montañas, al anochecer. Comenzaría una nueva vida, ocupando la plaza de juez de paz. Dejó atrás el exceso de trabajo, los desengaños y la pérdida de ilusión. Su nueva casa parecía una feria de antig¡edades. En el salón había una maqueta de un barco y el inquietante retrato de una mujer, vestida de encaje negro. Pagó un precio irrisorio por la mansión. Según la inmobiliaria, el antiguo propietario mató a su mujer, pero desapareció antes de ser acusado del crimen. Mario no creía en esas tonterías, hasta que comenzó su obsesión por el retrato. Pasaba horas hipnotizado por la mujer. Pronto, Mario dejó de existir para convertirse en Amelia. Y ella comenzó su venganza.

 

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