PARA SIEMPRE

Lola Sanabria García · MADRID 

La seguí hasta la feria. Entró en el barco fantasma. Me aposté detrás de un árbol. Hacía calor. Me deslicé entre las atracciones. Llegué a la casa del terror. Desde allí podría fotografiarla con el tipo. Encendí un cigarro. Di una calada. Lo imaginé. Pillada infraganti con su amante. Acusada de adulterio. No sacaría nada del divorcio. Ni pensión para los niños. Para eso estudié abogacía mientras ella cuidaba de los críos. Se le acabó lo de hacer tapetes de encaje para relajarse. Tendría que trabajar. Saboreaba ya mi triunfo cuando alguien me agarró por detrás y me metió dentro. Pensé que se trataba de una broma, al ver a todos esos personajes rodeándome: la niña del exorcista, Jason, la pequeña Elizabeth… pero cuando Freddy Kruger se acercó, entendí por qué mi mujer estaba últimamente tan contenta. Y aquí sigo, como un zombie más, asustando a los que entran.

 

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