Juicio Inicial

Álvaro Giménez García · Orihuela (Alicante) 

Hechas las diligencias previas, llegó el día del juicio. El fiscal comenzó su interrogatorio a Eva Mater. ¿No es cierto, señorita Mater, que prometió al señor Adán Pater acceder a sus deseos de boda, si mordía la manzana prohibida? Un tímido, pero pícaro sí salió de los labios de Eva. El fiscal sonrió y no hizo más preguntas. El abogado defensor, sentado junto a Adán, agachó la cabeza. El juez, moviendo su gran ojo dentro del triángulo, emitió el veredicto vociferando: Eva y Adán, por la Ley Divina, os declaro culpables de desobediencia y os condeno a la pútrida humanidad. Seréis expulsados más allá del riachuelo de las fieras. El fiscal reía envuelto en olor a azufre. Los profetas, como balas, abandonaban la sala para registrar concienzudamente todo lo sucedido. Adán, escondido y ruborizado, se tapaba sus estrenadas vergüenzas. Eva, frente al juez, inauguraba la sensualidad al cruzar sus piernas.

 

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