En su nombre
José Manuel Ocampo Martínez · Vigo (Pontevedra)La Ley no era para él sino un instrumento para el castigo y la venganza. Había pasado de ser un joven e ilusionado abogado a convertirse en el juez más implacable de Texas. Cada vez que dictaba una condena a muerte lo hacía en nombre de su preciosa Betty. No podía apartar de su cabeza la visión de su cadáver tendido en aquel riachuelo, junto a las ruedas de la diligencia en la que viajaba cuatro días antes de la boda. La imagen de su cuerpo cubierto de barro y con una bala en su corazón. La misma bala con la que él golpeaba la mesa al dictar sentencia.