Malentendidos del idioma

Consuelo López Saura · Alcobendas (Madrid) 

Los cargos que había contra ella eran serios. No solo había asesinado a un hombre, sino que lo había hecho llenándolo de plomo. Ocho tiros nada menos le había descerrajado, con lo que alegar legítima defensa quedaba descartado. Y es que, pese a tratarse de un camello, dadas las circunstancias el juez no sería muy magnánimo. El abogado se echó las manos a la cabeza y se dejó caer sobre el cartapacio de su mesa. “Pero mujer… ¿qué le ha impulsado a hacerlo?”, le preguntó. La joven, una prostituta rumana que a duras penas hablaba nuestro idioma comenzó a hablar: “Ha insultado a mi hombre y nadie insulta a mi hombre”, dijo con voz afectada y arrastrando las erres, al tiempo que una gota de sudor le recorría el labio superior. “Salíamos del club cuando ese hombrrre empezó a grrritar corrrriendo hacia nosotrrros como un loco diciendo: ¡So-cavón…so-cavón!”

 

 

0 Votos

 

Queremos saber tu opinión