Las cosas cambian
Mar Soler Esplugues · Castellón de la PlanaEn la mesa del fondo, escondido tras un centenar de papeles, podías encontrarle de lunes a sábado , y de sol a sol. Gafudo,sudoroso, la piel de un blanquecino aterrador, asomaba su ratonil cabeza por encima de las sentencias cuando el tumulto del exterior se hacía insoportable o Don Roberto le requería, con aquel manido «¡Becario!» o el más específico ¡»Escoria!… Un día dejé de olerle en la oficina, pero cuando pregunté por él, nadie supo responderme.Me asomé a su cubil , y sólo encontré una pequeña y educada nota que decía :»Suerte a todos, me despido. Alberto» Años después le vi en los periódicos,era el letrado estrella del caso del año. Al parecer, algunos son capaces de cambiar el argumento de sus vidas… Sudando tinta china, claro está.