El inquilino impasible

Tomás Aríñez Asín · Zaragoza 

Pese a los casi cuatro años que llevaba como su abogado, los nervios hacían que anduviera como un pato por el larguísimo pasillo que conducía a su despacho. Las ideas martilleaban mi cabeza y aunque ambos sabíamos que llegaría este día, no por ello la situación era más fácilmente asimilable. Ya no cabían más moratorias ni doctrina aplicable y además había perdido la confianza depositada en él. No sería un desahucio propiamente dicho, no habría ni una lágrima, pero la vivienda ya no era suya…quién sabe, más adelante quizás podría intentar recuperarla. Llegó el momento, golpeé suavemente la elegante y sobria puerta -¿Puedo pasar? –Sí, acabo de llegar de la Conferencia. -Señor Presidente, ya es oficial, tiene que abandonar la Moncloa.

 

 

0 Votos

 

Queremos saber tu opinión