El aroma de la muerte

Manuel Moreno Belosillo · Madrid 

Me casé con un cliente. Le acusaban injustamente del asesinato de su mujer, pues en la autopsia del cadáver habían encontrado restos de plomo y otros metales pesados. Es más difícil que una abogada profesional como yo- de esas de toga y cartapacio- se enamore de un cliente que un camello entre por el ojo de una aguja… pero antes que abogada soy mujer, no me pude resistir al encanto de su metro noventa, su piel bronceada, su musculoso cuerpo… Cuando le absolvieron lo celebramos haciendo el amor, el sudor, la saliva y nuestros demás fluidos se mezclaron en una química irresistible. Sí, fue un socavón en mi carrera, pero qué feliz he sido; es una lástima que ahora tenga que morir. Últimamente toda la comida huele a almendras amargas y sería una mala abogada si no reconociera el fatal aroma del arsénico… pero antes que abogada soy mujer.

 

 

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