CLASE MAGISTRAL

Paola Andrea Rocca Targarona · Málaga 

Las manos me sudaban, como antaño. Ya no tenía costumbre de vestir traje y corbata. Mi misión consistía en transmitir una minúscula porción de la doctrina de la abogacía a los allí presentes, a través de mi experiencia. Durante la conferencia, la alguacil tuvo que pedir varias veces silencio. Un joven, absorto, dejó que sus secreciones nasales resbalaran sobre su labio superior. Les hablé sobre el desahucio, pues cuando ejercía solía dedicarme a resolver ese tipo de litigios. Lo entendieron todo bien, no hubo preguntas. Hubo alguna lágrima de emoción. Llegado el final, una estudiante, presa de la exaltación, me lanzó un pato de goma a la cabeza. «Gracias por venir, señor Bermúdez. Estoy segura de que a su nieto Luisito le ha encantado que usted venga hoy a clase. Ahora, si me disculpa, hemos de continuar con la lección. Luisito va muy bien, ¡se sabe todas las vocales!»

 

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