Imagen de perfilPuerto Zumajo

Maria Leal Lombardo 

El día que me enteré, se me vino el mundo encima. A solo dos meses de ser papá no me podía imaginar que Puerto Zumajo, aquel maravilloso espacio natural que me había acompañado durante toda mi vida, fuese a cerrar para siempre.
El zumajo, como lo llamábamos nosotros, era una alternativa asequible para aquellos que necesitábamos soltar toda nuestra energía adolescente. El senderismo, la pesca o las rutas en kayak eran solo una pequeña parte de lo que ofrecía este maravilloso lugar.
Descubrí que no compartirlo con mi futuro hijo no era una opción y entendí que era el momento de renovar la promesa que me hice con 20 años: utilizar mis conocimientos como abogado para impulsar el cambio. Denunciaría a la empresa responsable de los vertidos en el embalse, les haría restaurar el lugar y devolvería El Zumajo a la gente.

 

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3 comentarios

  • La convivencia de los seres humanos con la naturaleza, sin degradarla, no solo es algo posible, sino también necesario. Los padres siempre intentan dar a sus hijos todo lo bueno que ellos tuvieron y más. En este sentido, los retrocesos no son admisibles. De ahí que se comprenda la actitud de este abogado, su empuje, porque su retoño pueda experimentar esa comunión con el entorno que él tuvo. Antes, debe luchar con las armas que permite la ley contra quien buscó un beneficio rápido, ilegítimo y egoísta, en perjuicio de todos.
    Tu relato me ha recordado la canción de Mocedades, que tal vez conozcas: «Cuanto tú nazcas», que bien podría valer como banda sonora de las peripecias de tu protagonista, alguien con la mejor intención.
    Un saludo y suerte, María