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Sabina Pérez Muñoz 

Ante un problema busqué un abogado eficiente, de esos que no se les pasan los plazos y que dan confianza cuando hablas con ellos; sobre todo si los localizas cuando ya han iniciado el caso. Pero la transformación que ha sufrido esta profesión hace imposible la tarea.

No lo encontré.

Así que opté por representarme a mí mismo.

– No puede ser tan difícil – pensé

Unos libros de Derecho, unas visualizaciones de juicios, unas cuantas notas. Sin duda ganaría hasta algún caso contra bancos, sino fuera porque parece que tienen a los jueces en su bolsillo. Bueno, nunca es tarde para enfrentarse a un nuevo desafío.

Llegó el día, los nervios de hablar de forma tan artificial y con tecnicismos para decir la idea más sencilla fue el mayor reto, pero cuando llegó el momento, no lo dudé y me pronuncié:

– ¡Me acojo a la quinta enmienda!

 

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