Imagen de perfilTU CARA ME SUENA

Virginia Grinda 

Su voz sonaba demasiado artificial, estaba claro que mentía. Reconocía que quizás la transformación había sido demasiado radical, pero aseguraba que era normal y que pronto se reconocería ante el espejo. “Está guapísima, no hay razón para una demanda”, dijo.
– Creo que no me ha entendido –dije-. Mi cliente afirma que ve mujeres con su mismo rostro por la calle.
– No es posible, me planteo cada operación como un desafío único e irrepetible.
– En la sala de espera he visto una mujer exactamente igual y juraría que la recepcionista también se le parece. Piénselo, si no hay acuerdo la demanda seguirá adelante.
– Usted es un eficiente profesional del Derecho, sabe que firmó el consentimiento informado. No tiene nada que hacer.
Nos despedimos: Al estrecharle la mano golpeé el marco que descansaba sobre la mesa, entonces reconocí a mi cliente en el rostro de su hija fallecida.

 

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