X

Irma Miranda Betancor · Las Palmas de Gran Canaria 

Llamémosle Sr. X para evitar que nos demande por atentar contra su honor. Al principio sólo se trataba de un bebedor social. Cada vez que salía de la sala de vistas, aceptaba las invitaciones del cliente de turno a una copa. A medida que aumentaba su número de clientes, se incrementaban las consumiciones de bebidas espirituosas. Comenzó el círculo vicioso de desayunos con cerveza para mitigar la resaca. Así aterrizaba en los juicios algo desaliñado, pero seguro de sí mismo, con el verbo fácil, locuaz, gesticulante, sabiéndose ganador. Quiso hacerse el juramento de salir de la infernal espiral del alcohol y pedir socorro a Alcohólicos Anónimos. Demasiado tarde. Sus clientes nunca se conformarían con su verdadera personalidad introvertida. Su carrera fue muy corta. Hasta que le aguantó el cuerpo.

 

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