VIEJOS AMIGOS

Beatriz Ros Nieto · Rubielos de Mora (Teruel) 

¡Jefe, tráigame una gaseosa para acompañar el vino!-. Me tenía alucinado aquel tío: me acabada de explicar con pelos y señales cómo había mandado eliminar a su mujer en aquella habitación de hotel y el “angelito” seguía engullendo como un cerdo. Mientras yo, como su abogado defensor, temblaba sólo de imaginármelo con esa facha en el banquillo… Lo peor de todo era que no podía desentenderme del caso ya que treinta años antes ese individuo había sido mi mejor amigo y un día me salvó de una buena bronca de mi madre. Para agradecérselo, hicimos un pacto en el que yo le tendría que devolver el favor cuando él lo necesitase y, para colmo, decidimos hacerlo por escrito. Y así, como indicaba el recibo aceitoso que el “jeta” no paraba de mostrarme: “ESTO VALE POR CUALQUIER FAVOR QUE ME PIDAS. FIRMADO:TU AMIGO MANOLÍN”

 

 

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