Régimen de visitas

DELIA MARí–A BRACAMONTE MUGUERZA · MADRID 

Trate de recordar en el patio del hotel, aquella tarde en que la vi y me enamore, pero la rabia podía más, era más fuerte, y sin pensarlo dos veces arroje el vaso, y los papeles terminaron mojados de gaseosa; no podía creer que nuestro pacto de amor eterno, terminó en una maldita demanda; sin poder hablar más, comunicándonos solo por escritos y abogados, faltaban unas semanas para estar en el banquillo de los acusados y explicar porque tengo el derecho de ver a mi hija; tenía que buscar documentos, algún recibo que probará que no soy mal padre y que cada mes cumplo con pagar las cuentas; no entiendo, en qué momento nos convertimos de enamorados a partes de un proceso, en qué momento mi hija paso de ser nuestra pequeña a ser un objeto; malditos abogados y maldito dinero, yo solo quiero verla con ley o sin ella.

 

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