Quédese dormida

Anabel del Valle Carmona · ébeda (Jaén) 

Sabes hijo, ese último día del año tu padre y yo hicimos un juramento, a eso de las doce de la noche, cuando en principio tu llamada no llegaba, cuando tu coche quedó anclado en el kilómetro número 31. Tu flamante mujer quedaba dormida, a la espera de una llamada de socorro. A ti te faltaban fuerzas para seguir soñando con el futuro que juntos habíais planeado, ahora que vuestra vida era casi perfecta, ahora que la distancia entre vosotros había terminado… Ahora, ahora tu padre y yo nos sentimos agotados, de luchar en un mar inmenso de vistas y aplazamientos, de escuchar en la boca de ese que os quitó la vida que no estaba en su pleno juicio, que era fruto de la resaca de fin de año. Pedí a la Jueza que dictara la mejor sentencia, si bien antes pregunté si ella también era madre: “Quédese dormida”.

 

 

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