Pecado original

Mayte Campos Anglés · Blanes (Girona) 

–El recurso ha sido desestimado. Hemos agotado todas las posibilidades de conmutar la pena. –Lo sabía. En mis sueños ya había oído el tañido de las campanas. Tocan a difuntos. Repican y repican dentro de mi cabeza; todavía puedo oírlas –dijo mientras pelaba una mandarina. Cuando la partió, uno de los gajos reventó y ella quedó ensimismada observando cómo el líquido recorría sus dedos; en su rostro se dibujó una tenue sonrisa–. En esta vida todo tiene un propósito. –Ahora su rostro reflejaba pasividad y vencimiento–. Creo que como abogado has hecho bien tu trabajo. Cerró los ojos, sacó su rosada lengua y siguió el rastro del jugo. Una minúscula gota ácida quedó suspendida en su labio inferior, como una lágrima, y sentí que una corriente eléctrica recorría mi columna vertebral. Tuve la extraña sensación de que estaba lamiendo su muerte.

 

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