Mi mejor entrenador

Miguel Armengot Gómez · Valencia 

Mi abogado, sentado en primera fila, anotaba escrupulosamente cada golpe recibido: “crochet de izquierda que impacta en la nariz, jab que enlaza con gancho al mentón”. Al sonar la campana se acercó –ánimo, es tu momento, tú sigue así que cada pena tiene su vencimiento- me pareció entender. Prosiguió el combate, y mi abogado no dejaba de anotar: “directo de izquierda al ojo”. Otra vez la campana. Quiero hablar con mi entrenador –insistí al abogado. No te despistes-, me contestó –ofrécele tu columna que tengo la historia casi lista. Campana. “Directo a los riñones, crochet de derecha al ojo”, proseguía mi abogado. El entrenador había tirado la toalla, pero allí mandaba mi abogado. –Mi cliente no se rinde, aunque su ojo parezca una mandarina putrefacta llegaremos al final del asunto. Y, efectivamente, llegamos, fallecí y mi abogado, avezado matrimonialista, publicó su primera novela. Por fin fui leyenda del ring.

 

0 Votos

 

Queremos saber tu opinión