KARMA PRENATAL

Miguel Ángel Gayo Sánchez · Sevilla 

Mi madre piensa que la depresión durante su embarazo contaminó al hijo que llevaba dentro. “Te engendré soso e insípido”, asegura. ¡Razón no le falta! Ya en la guardería me ensimismaba con el vuelo de una mosca; de la Secundaria apenas guardo recuerdos y nadie se acuerda de mí; por la Facultad de Derecho pasé sin pena ni gloria, como el que escucha campanas y no sabe dónde. La mediocridad me acompañó en mi etapa profesional: empleado servil para los jefes del Despacho, quinta columna para mis compañeros. ¡Pero me he propuesto romper el karma! Tan sólo el vencimiento de la melancolía sacará a la china mandarina que llevo dentro. ¡Y aquí estoy!, disfrazado con bata de seda, maquillado con pintura de arroz y dispuesto a dar placer. “China sumisa, eso sí,”, les aviso a mis rudos clientes. Y es que los karmas prenatales se vencen poco a poco.

 

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