Joint Venture

Sonia González Rúa · Bilbao 

Acepté aquel primer caso porque me pareció curioso. Un pequeño tendero enfrentado a una todopoderosa multinacional que le colocó una botella de gaseosa con un roedor dentro. A ninguna gran empresa le gusta ver su imagen sentada en el banquillo de los acusados por lo que pedimos una sustanciosa suma como indemnización y finalmente llegamos a un pacto en el vestíbulo de un hotel para evitar el juicio. Mi cliente conservaba como pruebas el refresco y el recibo de la compra. En el segundo caso, se halló un clavo en un paquete de cereales. Ahora, mi cliente y yo, socios ya, intentamos decidir quién se corta una falange para meterla en el bote del colacao

 

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