Fruta prohibida

Agustín de las Heras Martínez · Madrid 

Once letras, dos, verticales, cumplimiento del plazo de una obligación. Es fácil, vencimiento. Siete letras, cuatro, horizontales, soporte de una sección transversal. A ver, sí… columna. Me gusta hacer, entre vista y vista, un crucigrama en el parque frente al juzgado. Aunque hoy va a ser una pena no terminarlo. Me estoy poniendo malo con esa chica sentada en el banco. Está preciosa con ese escote mientras come una mandarina. Le he intentado sonreír varias veces pero no ha querido encontrar mi mirada. Me ignora. La campana del reloj de la torre ha dado menos cuarto. En punto tengo una vista. Me levanto deprisa a la vez que ella. Me observa. Le guiño un ojo y me devuelve una mirada con mal genio. Creo que lo he estropeado. Entro en la sala con mi cliente. Se abre la puerta y aparece el juez. ¡Dios mío! La chica de la mandarina.

 

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