El pacto

FELISA MORENO ORTEGA · ALCAUDETE ( JAEN) 

Nunca imaginé que me sentaría en el banquillo de los acusados. Mi vida mediocre no vaticinaba tales emociones, lo más temerario que cometía era devolver un recibo bancario, que después pagaba religiosamente; o reservar algún hotel en una ciudad exótica, que cancelaba con suficiente antelación para que no cargaran gastos en mi tarjeta. A veces, la vida es como la gaseosa, tranquila y relajada mientras permanece dentro de la botella, explosión de burbujas cuando alguien la descorcha. Y fue aquel vecino, el del tercero, quien hizo que estallara en espumarajos de odio, como una gaseosa. ¡l no lo sabía, pero teníamos un pacto, yo no me molestaba por su indiferencia, (ni me miraba al cruzarnos en la escalera); a cambio, él se desnudaba para mí cuando tomaba el sol en su terraza. Decidí matarlo el día que los operarios pusieron el toldo sobre su balcón. Un pacto es un pacto

 

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