El miedo

Lola Sanabria García · Madrid 

La primera pena la doblé y la escondí en el bolsillo del pantalón. Fue cuando mataron a mamá en plena calle, la única forma de destruir aquella columna de granito que era ella y acabar con su persecución implacable de las mafias en nuestro país. Con la segunda pena, otro doblez. Fue cuando “la Mandarina” consiguió el sobreseimiento de un caso de asesinato eliminando al testigo. La tercera ocurrió cuando ya ejercía como juez. Sonó la campana de la entrada y apenas tuve tiempo de echarme al suelo. Murió una niña que compraba dulces en la pastelería. Un nuevo doblez de pena. Y entonces el bolsillo reventó y fue el vencimiento de todas las penas. Dejé de ceder ante el miedo, de titubear a la hora de una condena. Ahora, blindado con la armadura de la justicia, hago prevalecer la Ley. Nada ni nadie podrá con Ella.

 

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