EL DESPERTAR

Joaquín Valls Arnau · Barcelona 

Fui a abrir la puerta. A causa de la resaca, al principio no identifiqué a aquel tipo andrajoso que me sonreía mostrando sus encías desdentadas. Le acompañaba un hombre con traje y corbata, quien se presentó como abogado del otro y que dijo haber presenciado junto a otras personas, la noche anterior, cómo yo vendía a su cliente, verbalmente y bajo juramento, mi vivienda y mi todo terreno por un precio simbólico de mil euros. Entonces caí en la cuenta de que quien iba a ser beneficiario de mis bienes si no acudía alguien enseguida en mi socorro y lo evitaba, no era otro que el vagabundo que solía recorrer el barrio con un carrito. No había podido aun articular palabra cuando el abogado me pidió mi número de cuenta pera ingresar la cantidad convenida, para luego anunciarme amablemente que disponía hasta el mediodía para abandonar el piso.

 

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