De película

Maribel Romero Soler · Elche (Alicante) 

Abandoné el tribunal sin responder al interrogatorio. Alegué que las preguntas eran capciosas, que la sala olía a sardina y que el magistrado, con su toga deslavada y las puñetas de encaje de bolillos, parecía un monaguillo en su primer día de misa. Antes de pisar la calle me detuvieron por desacato a la autoridad. Interpreté entonces mi mejor actuación. Lloré desconsolada, me arrodillé ante el estrado, y declaré que nunca había visto a aquel hombre golpear con un paraguas al cobrador del frac. El agredido, con un aparatoso vendaje en la cabeza, repetía: “señoría, es su cómplice, ella me atizó con el bolso”. Yo me mantuve firme. Me dejaron ir tras la prueba testifical; al acusado le incautaron el paraguas, al agredido el frac, y a mí me dieron el papel principal para la serie. Muy pronto en sus pantallas: “Abogados y acusados”. Todos los martes a las ocho.

 

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