BLOC DE ANILLAS

Paula Oliván Sancho · BARCELONA 

Mi jefe tenía un problemilla: Sufría de narcolepsia. De forma inesperada, caía profundamente dormido. Sólo permanecía ausente unos pocos segundos, pero podía sucederle delante de un Tribunal. Lo peor de todo era que cuando despertaba, no recordaba lo que estaba haciendo justo un minuto antes. Así que siempre llevaba un pequeño bloc de anillas en el que, cuando podía, apuntaba alguna palabra clave que le ayudara a recordar. Yo siempre lo acompañaba a las vistas por si tenía que soplarle algo. Un día, en medio de un interrogatorio, cayó dormido. Cuando despertó, cogió el bloc para comprobar la última palabra que había escrito: Monaguillo. Volvió la página: ¿Sardina? Desesperado, leyó justamente la anterior: ¡Paraguas! Me miró pidiendo auxilio. Me levanté y terminé la vista por él. Era un día lluvioso. Justo antes de salir para el Juzgado, yo había visto en la impresora mi carta de despido.

 

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