Imagen de perfilCAMBIANDO POR ELLOS

Andrés Javier Roda Hernández · Las Palmas 

Otro duro día de trabajo. Volví a llegar tarde a casa. Los niños dormían, pero la televisión aún seguía encendida. Me senté en el sofá con la cabeza entre las manos, exhausto, y con la sensación interior de haberles vuelto a fallar.

Levanté la mirada y ahí estaba él, observándome, igual que siempre. Su cara reflejaba una mezcla entre compasión y ternura. Pese a todo, entendía mi modo de vivir. Sabía lo importante que era terminar esa demanda, contestar ese correo o encontrar una nueva línea de defensa para evitar la condena. También sabía que anhelaba la conciliación familiar.

En el fondo, él confiaba en que conseguiría dejar de robarle tiempo al resto de mi vida. Nunca me había sentido tan seguro como en ese momento. Continué clavando la mirada en el reflejo de la televisión, que había apagado hace un momento. Sonreí esperanzado y me quedé dormido en el sofá.

 

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