Imagen de perfilJUSTICIA DOMÉSTICA

Miguel Ángel García Rodríguez 

Aún me dolía la brecha del otro día, pero ese pequeño percance no iba a impedir que aprovechara la oportunidad que me daba la toga para ejercer mi autoridad.
El caso a juzgar requería resolver un problema doméstico de desigualdad en el reparto de tareas.
Debía discriminar correctamente entre lo objetivo y subjetivo de las declaraciones.
Un denunciante aseguraba que, tras tantas horas de trabajo, no era positivo el reparto equitativo. El otro denunciante, sin embargo, afirmaba que, aunque no realizaba tantas horas, su trabajo requería de un mayor esfuerzo físico y no era justo que asumiera tantas tareas domésticas.
Una complicada decisión para un magistrado primerizo como yo.
A punto de dictar sentencia, el juicio acabó repentinamente cuando uno de los denunciantes me recriminó que, aunque estábamos en cuarentena, no era excusa para no recoger mi cuarto.

 

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