POR SUPUESTO, ABOGACÍA
Isidoro Sánchez Torres—¿Qué habéis elegido? —preguntó Marta. Acababan de salir de la reunión sobre orientación profesional y estaba ansiosa por saber a qué se dedicarían sus compañeros.
—Políticas —respondió César—. Quiero cambiar el mundo y es en el Congreso donde se toman las decisiones que lo hacen posible. ¿Y tú?
Antes de que Marta pudiera contestar intervino Gema.
—Yo seré bióloga. Genetista, para más señas. Creo que es la profesión realmente transformadora.
—¡Bah! —atajó Ana con un gesto de la mano—. La profesión del futuro está en la informática, en las redes.
—Siento discrepar —puntualizó Jorge—, pero yo apuesto por la innovación. He marcado ingeniería.
Finalmente se giraron hacia Marta, que se había quedado con la palabra en la boca desde el principio, y la interrogaron con la mirada.
—Todo eso también—dijo—: Transformar el mundo, innovar, mejorar el futuro.
—¿Y…? —exclamaron al unísono.
—Abogacía, por supuesto.
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Así es, Isidoro, la Abogacía forma el mundo y puede trans-formarlo, nova e innova, y despliega armas cargadas de futuro. Y en los genes de nuestra civilización (pasado y genética) junto a la Filosofía griega y el cristianismo, está el Derecho romano.
Suerte.
Gracias por tus palabras, compañero Manuel. En efecto, el Derecho ha vertebrado y regido el mundo desde que se juntaron varios homínidos para vivir en sociedad, se consagró con el Imperio Romano y se humanizó con esas influencias que citas, y los abogados siempre hemos estado ahí. Ahora el reto está en que no se vea anulado por las demagogias. Y ahí habremos de estar.
Un afectuoso abrazo.
Hola, Isidoro.
Un micro redondo, sí, señor.
No todo lo que consideramos futuro está en las redes. Bien visto.
Abrazos y suerte.
Gracias, Towanda. Y yo hasta diría más: el futuro no está en la tecnología; eso es sólo un añadido inevitable. La verdadera evolución está en las personas.
Un abrazo.
Bello relato, paisano, aunque lo he leído un poco tarde…
Muchas gracias, Ángel. También yo lo envié a última hora.
Un abrazo.