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Carlos Villanueva 

Mi mentor solía decir que uno de los principios de los procesos judiciales es la transparencia. Acostumbraba a tener siempre a mano una piruleta, decía que le ayudaba a pensar. Cada mañana me mandaba actualizar las bases de datos de jurisprudencia. Un trabajo tedioso y aburrido cuya utilidad supe apreciar más tarde.
Recuerdo la primera vez que le acompañé al juzgado. Se trataba de un caso de malversación de caudales, muy mediático. Representábamos a la acusación popular. Cuando llego su turno para interrogar al principal acusado. Se levantó, sacó su piruleta y un taco de fichas de cartón con las preguntas a realizar. La concurrencia se agolpaba en la puerta, con un único propósito; verle “actuar”, cuando comenzó a hablar supe la razón. De eso han pasado más de 30 años. Cuando dejé el despacho, me dio una de sus piruletas. Y me dijo; “recuerda como envolver cada caso”.

 

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