LA BALANZA

Esther Fernández Ramírez · BARCELONA 

La tecla “ENVIAR” de confirmación permanecía intermitente. Estaba sentado en la cómoda butaca de su despacho, adaptada ya a la forma de su cuerpo. Se había descalzado y con la mirada perdida escuchaba embelesado la seductora melodía de un concierto de jazz. Ningún instrumento desprende la sensualidad del saxofón, pensó. Elena… ¿Habría perdido por completo la razón? Era mucho dinero y lo que representaba… Aquél caso no había pasado por su vida inadvertido, le había costado hasta su matrimonio para hacer una dación así, en un segundo, apretando un botón. Pero se lo merecía, por romper sus esquemas, por hacerle feliz. Ella le había devuelto lo que un día ese dinero le costó. Sabía que estaba en su mano terminar con la expropiación. La dación en pago solucionaría el problema de Elena. “ENVIAR TRANSFERENCIA” pulsó. Y sintió paz.

 

 

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