Pleiteando contra la vida

Xavier Blanco Luque · BARCELONA 

Los jueves, cobrada la comisión, era costumbre comer de menú en “La Magistratura”, restaurante regentado por Don Marcial Bellido. Había sido abogado prestigioso. Cambió los juzgados por los fogones, la toga por el delantal. “Con el estómago vacío, no hay justicia que valga”, decía. Su abuelo fue fiscal, su padre magistrado, él laboralista, orgulloso de defender “sólo a trabajadores”. “La ley es lo único que tienen los pobres para hacer frente al poder del dinero”, sentenciaba. Insigne personaje y mejor persona, esa era la clave. Hacía semanas que no se le veía, alguna dolencia lo tenía achacoso, encamado. Al girar, divisó un corrillo en la puerta; se respiraba cierto nerviosismo. A lo lejos, el humo de una hoguera ascendía dibujando una tenebrosa guadaña. Las campanas de la Iglesia doblaban a muerto. “El peor pleito es el de la vida, ese no hay quien lo gane”. Cuánta razón tenía.

 

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