La clave

Francisco Salas Herrera · Jaén 

No era su año. Salvo algún pleito de medio pelo y alguna comisión, no se había comido una rosca. Sentimentalmente , tampoco. Y esa mezcla letal de inanición se tornaba en un menú muy peligroso. ¿Dónde estaba la clave de su ruinazo? Como no pudo dar con Balbín, decidió tomarse unos días para reflexionar sobre el asunto a nivel del mar, en una isla. Lo primero que hizo nada mas llegar fue comprarse unas abarcas, dejar el equipaje en un hotel cercano al puerto y darse un garbeo por la playa para estrenar el calzado. A cuenta del recurrente ¿tienes fuego? conoció a una señora espléndida y al cabo de dos horas, la cama del hotel era una hoguera. En los rescoldos, ella le confesó que se quería separar y que buscaba abogado. Desde ese día ejerce en Menorca y solo vuelve a la península para visitar a sus padres.

 

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