EL ABOGADO PECADOR

Antonio M. · M¡µLAGA 

Ser abogado y católico es tarea complicada. El ejercicio es, en muchos casos, incompatible con los dictados de la Santa Madre Iglesia. Mi mentor, católico y practicante, me decía que la clave es ser bueno, honrado y evitar el catolicismo de menú, escogiendo en cada caso lo que más nos conviene. El «Cielo» me apetece, lo de quemarse en la «Hoguera Eterna», mejor lo dejo pasar. Si la petición del cliente es injusta o si los cónyuges no han luchado por su Vínculo, se debería ceder el pleito a otro letrado con distintas convicciones. He de confesar que eso nunca lo hago. Me gano la vida a costa de la eternidad. Si en el Cielo hay abogados, espero que formen una Comisión Deontológica para juzgar, junto a los pecados personales, los profesionales, y que sean benévolos con su compañero, si no por católicos, por cortesía profesional.

 

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