Amistades peligrosas

PABLO PESCADOR · BARCELONA 

No se atrevía , no sabía como decírselo…Se conocían desde la infancia. Habían crecido y estudiado juntos; él acabaría siendo el abogado estrella del bufete más importante de la ciudad; su amigo, un juez de prestigio. Pero ahora él estaba en un aprieto: un pleito de blanqueo de dinero procedente del narcotráfico que podría acabar con su carrera. Aquella era una situación embarazosa. Necesitaba su ayuda (“un soborno” eran las palabras exactas). De nuevo se aflojó la corbata. Bebió un sorbo del vino barato que acompañaba el menú (pensó que sería más fácil soltarlo) y cogió aire profundamente. La clave era ser sutil con las palabras, evitar que su amigo pudiera tomarlo como una ofensa personal, en cuyo caso, conociendo su rectitud, la amistad acabaría definitivamente en la hoguera. -Oye -le dijo entonces el juez- y ese amigo tuyo… ¿qué comisión estaría dispuesto a pagarnos por dejarlo en libertad?

 

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