La hechicera

Irene Conejero Fernández · Las Palmas de Gran Canaria 

Necesitaba un buen argumento para que el juez dictase el sobreseimiento del procedimiento, ya que la fotografía no dejaba lugar a dudas. Tal vez, por ello, esa mañana me desperté dispuesta a hacerlo, en contra naturalmente de muchas de mis razones, sin dudarlo más, me decidí a llevarle una ofrenda a aquella señora de la que tanto me habían hablado. Soy abogada, y se supone que no debía creer en esas cosas, pero tenía que intentarlo. Quizá se tratara de un timo, o incluso, podía perjudicar a mi cliente (y a mí), pero algo me decía que, esta vez, funcionaría. Nerviosa le expliqué mi causa, y ella, con soberbio talante y una sonrisa pícara, aceptó mi sobre. Días después, recibimos la sentencia. Mi cliente absuelto, y ni rastro de la fotografía. Mis compañeros tenían razón: aquella secretaría judicial hacía “magia” a cambio de dinero…

 

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