El cazador cazado

Mª Jesús Rodríguez García · Barcelona 

El peso de los párpados se le hizo insoportable. No podía creer lo que había descubierto, pero allí estaba todo: entre las páginas del legajo que sus ojos habían recorrido durante los tres años de pasantía en aquel despacho. Fijó la vista en las paredes desconchadas, los archivadores herrumbrosos. Pero su suerte iba a cambiar. Tenía que planear cada uno de los pasos que daría al comenzar la cacería. Fijó la vista en el sillón vacío de su jefe, su primera víctima. Desde la ventana entreabierta le llegaban los gritos de los estudiantes en huelga. La cerró. Le sobresaltó el ruido de la cerradura. Distinguió dos sombras en el umbral de la puerta. El impacto de algo desconocido le arrojó al suelo. La punta de un zapato le volteó la cara. –El pichón se quedó sin vuelo –apenas alcanzó a oír la risa metálica de su jefe.

 

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