Parecidos

Antonio Anasagasti Valderrama · Cádiz 

Entre juicio y juicio, Jaime se encerraba con llave en su buhardilla y sólo se comunicaba con el exterior por una ventanilla parecida a la de las monjas de clausura, por donde su mujer le depositaba la comida. Restauraba un conjunto de muebles de estilo mudéjar, herencia de su tío Lucas, el juez, que le había criado desde que se quedó huérfano. Sólo le faltaba pulir con esponja de lija y añadirle cera a una mesa bufete de nogal, cuando observó un doble fondo debajo de uno de sus cajones. Lo abrió y de su interior pudo rescatar una carta doblada en cuatro mitades, en la que su madre declaraba su amor por Lucas. Desde ese día, Jaime pudo explicarse por qué él y su tío se parecían dos gotas de agua, como aseguraban sus propios compañeros del colegio de abogados.

 

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