Nunca es tarde

María del Socorro Velázquez García 

“Hijo mío… sienta la cabeza… retoma tus estudios… búscate novia formal.” Recuerdo perfectamente las últimas palabras de mamá a pesar de los años transcurridos. Dado que ejercía -y ejerzo aún- de sepulturero a tiempo parcial en mi pueblo, me encargué yo mismo de elegir las palabras del sacerdote para el oficio de difuntos, de encender un gigantesco cirio en su recuerdo y de echar tierra sobre su ataúd durante mi turno de servicio. ¡Si mamá me viera ahora! Sólo me restan 15 créditos para acabar la carrera de Derecho, y a juzgar (nunca mejor dicho) por los telediarios jamás me faltará trabajo. Por fin podré abandonar el negocio de reventa de las flores que «distraigo» en el cementerio y dejar de confiar en poseer el boleto ganador de la primitiva. Supongo que haber alcanzado esta meta extraordinaria a los 57 años no le importaría… aunque todavía no haya encontrado novia.

 

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