Mi primera vez

María Jesús Díez-Astrain · Valladolid 

Me levanté temprano, llena de excitación. Lucía un sol espléndido. Me puse mi mejor conjunto negro, maquillaje discreto, perfume; me peiné con esmero. La cita era a las diez. No pasé por el bufete, ya había preparado todo lo necesario. Haciendo un exceso sobre mi exiguo presupuesto, para no estropear mi imagen, llamé un taxi. En el trayecto se oscureció la ventanilla y una tromba de agua comenzó a caer como si se desplomara el cielo sobre nuestras cabezas. Cuando el taxi se detuvo parecía que había llegado el diluvio universal. El taxista no tenía cambio y me envió a un Banco cercano a cambiar mi billete. Terminé empapada. Se arruinó mi pelo, mi cara, mi ropa, mis zapatos, hasta mi flamante maletín nuevo. Y así, como una esponja chorreante, conteniendo a duras penas las lágrimas, entré en la Sala de Vistas para celebrar mi primer juicio.

 

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